Es posible en las escuelas optar por un día en el que se celebre el día de la autonomía. Se trata de proponerles a los estudiantes que, un día determinado, tomen ellos las decisiones. En esos casos, la tarea docente consistiría en acompañarlos en esas elecciones. Dependerá del nivel y el grado de escolaridad para que las decisiones abarquen desde procedimientos, búsqueda de recursos, técnicas, hasta contenidos y propósitos.
La autonomía, en el marco de las actividades escolares no significa la libertad para jugar o, para no cumplir por ese día, requerimientos escolares. Tampoco se trata de hacer lo que el maestro querría sin que lo solicite. El mayor desafío es que la conducta no sea estereotipada y que ese día, en realidad, se transforme en el día del “disciplinamiento”. Entendemos por disciplinamiento la conducta eficaz de los estudiantes, adaptada a los requerimientos de los docentes y controlada pero lejana a la comprensión genuina y a las decisiones personales. El estudiante podrá generar nuevos criterios, asumir el riesgo de determinadas decisiones, discutir e intercambiar opiniones en torno a las decisiones pero seguramente serán diferentes a las que los maestros adoptaríamos y, por qué no, aconsejaríamos. El desarrollo de la autonomía es un proyecto cotidiano en los salones de clase pero su celebración en un día particular nos permitirá abrir un nuevo espacio de debate y reflexión, que es lo que en definitiva soñamos para la vida de nuestros estudiantes.