Las bibliotecas, tanto escolares como especializadas, son espacios de construcción del conocimiento. Pueden cumplir un importante papel como fuente de profundización y a la vez de ilustración de los diversos contenidos que se enseñan en las escuelas. Desde la Biblioteca de Alejandría (300 a.C. al 640 d.C., recientemente reinaugurada, foto a la izquierda) hasta la Biblioteca de la novela histórica de Humberto Eco, El nombre de la rosa, las bibliotecas han sido la memoria material de la humanidad.
¿Cómo promover la lectura curiosa, apasionada, entretenida y divertida de diversas obras de la literatura universal y local? ¿Cómo evitar la cristalización del espacio de lectura dentro del mosaico de los contenidos curriculares? ¿De qué modo sostener el sentido humanista y comprometido de las primeras lecturas, de las intermedias, de las lecturas duraderas, y de aquellas sobre las cuales vale la pena volver una y otra vez?
Ofrecemos aquí un recorrido virtual sin orden jerárquico a distintas dimensiones del tema. Se presenta un Documento de Trabajo, donde se plantea centralmente el problema de la Biblioteca del aula.
